jueves, 28 de febrero de 2008

... hasta los huesos, sólo calan los besos que no has dado...

Love story...

(Publicado por El País, el 28 de feberero de 2008)

Una joven intentó quitarse la vida el pasado martes en una zona peligrosa de la zona vieja de Melilla conocida como el pueblo. Se precipitó al vacío desde uno de sus muros y en ese mismo instante, en el que se dejó llevar y soltó sus brazos, aparecieron los de un guardia civil, que vio la escena de manera fortuita y acudió en su axilio. Llegó en el momento exacto para cogerla y quedar pendido de sus botas al borde del muro. Un segundo agente ayudó a subir a ambos. Lo ha contado hoy la cadena SER, que ha entrevistado al héroe.

Fue cuestión de segundos. Mientras los agentes hacían una ronda rutinaria enmarcada en uno de sus servicios de seguridad ciudadana, uno de ellos observó a la joven encaramada a un muro de gran altura. "La chica no me hacía caso y cuando me acerqué para intentar hablar, estaba llorando", ha contado en Hoy por Hoy Román Revilla, natural deóBilbao y de tan solo 24 años.

"¿Es un héroe?", le ha preguntado el presentador del programa, Carles Francino. Román ha esquivado todo protagonismo y ha asegurado que lo que ocurrió "lo habría hecho cualquier otra persona que hubiese pasado en ese momento por ahí".

"Creo que se llamaba Karen. Era guapa"
Y lo que ocurrió fue que la chica se soltó y se precipitó al vacío. "En décimas de segundo mi reacción fue tirarme detrás de ella y, gracias a Dios, la enganché del brazo", ha relatado Román con la misma rapidez con la que se desencadenaron los hechos. Pendido por los pies y con el peso de la chica en sus brazos. Es lo que se encontró el segundo agente.

"Mi compañero me enganchó por las piernas y gracias a él que los dos pudimos subir", ha agradecido Román en el programa. La labor de ambos fue necesaria para rescatar a una joven de la que el nombre es huidizo, "creo que se llamaba Karen", ha recordado el bilbaíno. "Era guapa. Me gustaría verla, pero no, no la he visto", ha terminado Román.

miércoles, 27 de febrero de 2008

De velos, burkas y burkinis




El burkini es un bañador femenino diseñado de tal forma que los brazos, las piernas, el cuello y la cabeza de la mujer quedan cubiertos. Tal y como exigen los preceptos más radicales del islam. Una especie de hiyab para nadar, si me apuran.

Hace unos días, dos mujeres ataviadas con este tipo de bañador fueron expulsadas amablemente de una piscina semi pública de Zwolle, en Holanda. Presumo que por lucir una prenda que coarta de algún modo ciertos derechos de la mujer. Sin embargo, desde la secretaría de Estado del Deporte, su responsable, Jett Bussemaker, adució que, lejos de islamizar el entorno, el burkini "es higiénico y seguro", ayuda a la integración de la mujer musulmana en la sociedad holandesa y que no hay por qué prohibir su uso.
La función del burkini es la misma que la de hiyab. O que la de un chador, un burka, un nikab o que la del pañuelo denominado shayla. Tapar, cubrir, esconder el cuerpo de la mujer. "Pero discutir sobre el uso de estas prendas es un error. La cuestión es discutir sobre la moral sexual que representan", dice la ex diputada holandesa Ayaan Hirsi Ali, nacida en Mogadiscio (Somalia) hace 38 años.

En palabras de Hirsi Ali, esta moral es aquella por la cual la mujer es la responsable de la sexualidad del hombre. "Debemos cubrir nuestro cuerpo para que él no se excite; debemos permanecer encerradas en casa, para que él no se excite. Esta moral, que pone toda la responsabilidad sobre la mujer, es lo que hay que discutir", añade.

Un velo, un burka o un burkini no dejan de ser meras prendas de vestir. Deberíamos pensar que allá cada cual con que si quiere o no ponérselas. Pero mientras sigan representando lo que hoy representan, su uso debería estar prohibido en países demócratas donde la religión (afortunadamente) permanece separada de la política.
Tal vez ese sea el primer paso para cambiar la moral de la que habla Hirsi Ali, aunque ese cambio sólo se produzca en Occidente. Y si no, al menos, la vida de estas mujeres, su día a día, sería más cómodo. Pruébense si no un burka e intenten dar tres pasos seguidos sin toparse con cualquier objeto. Luego, imaginen que llevan cuatro bolsas de la compra repletas de leche, huevos y hortalizas y que además deben andar vigilando que sus tres retoños no crucen en rojo, etc... Pues eso.

jueves, 14 de febrero de 2008

El San Valentín, para ustedes...

Céline Slanka (París, 1969) acaba de publicar Cómo decirle adiós. Un libro en el que recoge 96 maneras de acabar con tu pareja. Lo leí anoche, del tirón. Bien, fueron 25 o 30 minutos, tampoco hay para tanto. Disfruté como un enano. Tardé poco porque esas cosas suelen ser breves, cuanto más cortas, menso embarazosas, imagino.

Es mi aportación a este día infame y empalagoso. Ahí les dejo unas cuantas perlas:

Mi dulce Judith,
Eres una mujer maravillosa, tengo una familia estupenda, dos niños adorables, una profesión apasionante, una casa hermosa, muchos amigos para invitar... pero resulta que quiero a Sonia.

Christophe


Lorène,
Te dejo. Stop. Y ni siquiera por otra. Stop. ¡Imagínate hasta que punto tengo ganas! Stop.

Jo


Bichito, mío,
Mi canelita en rama, mi pastelito de miel, mi cariñito, mi bomboncito, mi único amorcito, mi pulguita, mi gordito tierno, mi tesorito, mi pelusita, mi nenito, mi preciosidad, mi cosita bella, mi hermosura, mi gatito lindo, mi osito de peluche, mi angelito, ¡mi Pablito lindo!
¡Gisèle! Por todos esos sobrenombres estúpidos que me endosas desde hace años, ¡¡te dejo!!
Adiós, dulce bromuro de mi corazón.

Pablo


Annabelle
Quería escribirte una misiva detallada para enunciarte las diversas razones que me llevan a dejarte. Desgraciadamente, y no olvides cuánto lo lamento, sé que tus capacidades intelectuales no te permitirán jamás comprender los motivos ni los detalles. Es lamentable, sobre todo porque no puedes hacer nada al respecto.
Adiós, Annabelle, pórtate bien.

Jean-Baptiste


Georges,
No sé exactamente por qué te dejo, pero creo que es exactamente lo que necesito.

Marie


Hector,
Como sé por experiencia que lo más doloroso cuando a uno le dejan es no entender bien las razones, no te daré ninguna.

Mathilde


Garance,
Eres más guapa que Annabelle pero mucho menos que Camille. Más inteligente que Julie pero mucho menos que Clémence. Eres más bien elegante pero te falta la clase de Eugénie. Eres más graciosa que Alexandra pero menos espiritual que Élodie. Cocinas mejor que Évelyne pero no haces el amor tan bien como Nelly... Así que toca preguntarse por qué te empeñabas tanto en presentarme a tus amigas.
Lo siento, adiós.

Simon


¡Adiós, Sigmund!
¡No soy tu madre!

Martha


Sophie,
Estoy harto, hasta la coronilla, saturado, no puedo más, me tienes frito, hasta las narices, me sacas de mis casillas, me buscas las cosquillas, me pones de los nervios, me rompes los cojones, me los inflas, me los tocas, no te tolero, me cabreas, me jodes, me puteas, me pones enfermo, me saturas, me das náuseas, asco, me crispas, me agobias, me asfixias, me repugnas, me aburres, me exasperas, me repeles, no te soporto, ni te aguanto, me vuelves loco, me pones neurasténico... ¿Ya está? ¿He a.r.g.u.m.e.n.t.a.d.o lo suficiente?

Jean-Charles


Dorothée,
Como soy más bien sintético:
Adiós.

Frédéric


Fernando,
¡Te dejo el coche en el estado en que has dejado a mi corazón!

Martine

Penélope,
Una tarde nos prometimos amarnos eternamente. Ye empezó la eternidad para mi...
Adiós, me marcho a la conquista de los efímero.

Gaspard


Adiós, Anne -marie, estoy muy afligido por haberla conocido.

Jean-Philippe


Querido Louis,
Encontrarás encima de tu mesa El adiós del samurai, una antología "jiseiku", pequeños poemas japoneses de despedida a la vida (literalmente, "poemas-para-abandonar-este-mundo"). Ojalá puedan transmitirte todo lo que yo no he sabido transmitirte, y esa increíble serenidad que siento ahora mismo, a pesar de las aguas turbulentas y los campos de batalla del hecho de dejarte.

Héloïse


Carole,
Nunca pensé que me iría de tu casa dejándote sólo una notita pero ya ves, soy un cobarde, no tengo cojones, como me dices siempre, así que me resulta imposible decirte en la cara hasta qué punto me los tocas.
Ciao bella, la vida será más dulce sin ti.

Bernard

lunes, 11 de febrero de 2008

Obituario

Ha muerto Roy Scheider. El actor que interpretó en el 75 al policía del clásico de Spielberg Tiburón. Tenía 75 años y un mieloma múltiple que le dijo ayer "hasta aquí llegamos".

Recuerdo que vi la película hace muchos años, de pequeñito. Quizá hasta en sistema Beta, no recuerdo. Nací dos años después de su estreno; pero les juro que anduve acojonado en las playas de la Costa Brava hasta dos o tres verano después.

Recuerdo el personaje. Un buen hombre. Un policía estricto en sus maneras profesionales, buen esposo y mejor padre. Comprometido con su comunidad, etc. El salvador de Amity Island, ya saben. Sin embargo, siempre me gustó más Quint, un tipo duro. Un lobo de mar, con fantasmas y demonios particulares que tan bien protagonizó Robert Shaw.

Shaw, para mí, es de los tres, Scheinder, Dreyfuss (Richard) y Shaw, el responsable del mejor momento de la película. Les dejó ahí el corte. Está doblado al español. Así fue como yo lo escuché la primera vez y como lo recuerdo ahora. Además, me gusta más esta voz que la original. Hagan, sino, la prueba en el bendito YouTube.


miércoles, 6 de febrero de 2008

Integración




El líder, es un decir, del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, lanzó ayer otra de sus perlas. Aseguró que si en las próximas elecciones su partido sale elegido, pondrá en práctica "un contrato de integración" para los inmigrantes que tengan la intención de obtener un permiso superior a un año de residencia en España.

A grosso modo, Rajoy vino a decir que, por medio de este contrato, los inmigrantes tendrán garantizados los mismos derechos que cualquier español; pero que también deberán cumplir con las leyes existentes, aprender la lengua española y respetar las costumbres del país. Además, incluirá el requisito de que el foráneo tendrá "regresar a su lugar de origen si, durante un tiempo (¿qué tiempo, señor Rajoy?), no logra encontrar empleo". Por último, Mariano Rajoy apostilló que con él en la presidencia, nadie iba a entrar de manera ilegal en España.

Les confesaré que tras leer el teletipo de las declaraciones del líder del PP no pude menos que removerme incómodo (todavía ando con la resaca abortivo-espiscopal) en mi silla de la redacción del diario para el que escribo.

La propuesta se me antoja tan absurda como poco operativa. El estado español ya vela -de mejor o peor manera- por que los derechos más fundamentales de los que residen en este país, con o sin papeles, se vean cumplidos. Asimismo, este mismo Estado y su Código Penal tienen la postestad y capacidad de perseguir, detener, ajusticiar y condenar si así debe ser a quien infrinja las leyes dentro de las fronteras españolas, tenga o no tenga papeles, sin necesidad de ningún absurdo contrato.

Por un lado, muy estúpido debe ser el inmigrante que, con la intención de pasar uno o más años en España, no quiera y termine por hablar el español. Por otro, me pregunto que mal nos hace el que no quiera aprenderlo.

Por lo que respecta a la promesa de que, con él en La Moncloa, se va a acabar la inmigración ilegal en España (un país a pocos kilómetros de África y puerta de entrada de toda Latinoamérica), a mí, la verdad, me gustaría que el popular me explicara cómo. Pero sr. Rajoy, déjeme que me siente primero.

Tosh & Jagger