lunes, 26 de mayo de 2008

De borregos y museos



Debería exigirse un mínimo de educación y decencia para entrar en los museos. Y la vestimenta, en según que casos, debería ser un factor netamente excluyente. Visitaba hace unos días el Louvre, en París. En concreto, una de las salas de pintura francesa. Observaba con detenimiento La libertad guiando al pueblo (1830) de Delacroix, intentando recordar todo aquello que estudié hace ya algunos años. Luces, sombras, movimiento, colores, trazado, etcétera.

La bandera, la vista hacia atrás de ella, su pecho descubierto fruto del fragor del momento más que de otra cosa, y al crío, valiente, de las pistolas. Los muertos del primer plano, la desnudez de ese cadáver. Horizontales, verticales. Ensimismado en la pintura y en mis recuerdos. Feliz, al fin y al cabo, de tener ante mí una obra realizada cientos de años atrás. De tener ante mí historia en estado puro.

En esas estaba cuando tras de mí empecé a oír voces, risas y a sentir fogonazos de flash en mi nuca. Me giré y allí estaban. Cuatro tipos como cuatro armarios. Rusos. O de Europa del este, qué sé yo. Barrigones y rubios. Con bigote, todos. Calzaban sandalias de perfecto explorador, pantalón corto tipo militar y polos a rayas. Les acompañaban otras cuatro mujeres, con semejante barriga y peor bigote.

Reían, como les digo, procaces del pecho de la mujer del cuadro. Imbéciles. Se acercaron al lienzo y se colocaron de espaldas a él. A voces, y alterando el silencio de la sala, pidieron a una de las desmesuradas féminas que les hiciera un foto y posaron como un equipo de fútbol mientras señalaban, con la cabeza a medio voltear, el escote de la dama.
Pandilla de borregos.

Las muertes de Tirofijo (II)

Pedro Antonio Marín o Manuel Marulanda alias Tirofijo -el viejito de la toalla, le llegaron a llamar alguna vez- murió, esta vez de verdad, el pasado marzo, según han confirmado las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). De muerte natural, un infarto, dijeron sus portavoces.

El caso es que a Tirofijo lo mataron muchas veces. Una de cáncer, una de un disparo.... Ya subí un post hace algún tiempo sobre ello, así que no me extenderé más. Era el guerrillero más viejo del mundo. Toda una vida en el monte. Al inicio, quiero creer que por una causa justa, al final, ya no sé que pensar.

Era un tipo peculiar. En una de sus últimas apariciones en televisión, le preguntaron algo acerca de la "humanización de la guerra". Tirofijo, imagino, se quedaría mirando al periodista. Serio. Austero en gestos. "Dígame usted", le dijo, "¿qué guerra es humana?, la guerra no hay que humanizarla, hay que acabarla".

Otra vez, en San Vicente del Caguán, en plenas conversaciones de paz con el ex presidente Andrés Pastrana, unos periodistas lo cercaban con preguntas, micrófonos y cámaras. Marulanda para esquivarles les soltó otra de sus perlas: "me voy porque está cayendo la noche, y como ustedes saben, por aquí hay mucha guerrilla".

'Una cenita' by Charlie


sábado, 24 de mayo de 2008

Diario parisien








La Virgen de Guadalupe, la única en que creo, en Notre Dame.





Obama was here...



No se imaginan cuantos estúpidos con el Código Da Vinci (uno de los libros más infames que he leído jamás) bajo el brazo me he cruzado a lo largo del día.





Mi amiga Simone y el carrusel de su vida.






martes, 13 de mayo de 2008

Lydia Cacho




Acceder y entrevistar a personas de esta pasta te reconcilian con el oficio. Un gusto.



"Las redes de pederastia en México alcanzan al poder político y judicial"

La periodista Lydia Cacho (México D.F., 1963) publicó en 2005 el libro Los demonios del Edén (Grijalbo) donde destapó una red de pederastia en Cancún, en la que estaban implicados empresarios, políticos y jueces.
Fue amenazada de muerte y secuestrada por la policía del estado de Puebla. Allí fue juzgada y encarcelada por difamación. Lo cuenta en Memorias de una infamia (Debate).
Colabora en varios diarios mexicanos donde, a pesar de todo, sigue denunciando la corrupción gubernamental y los casos de pedofilia y prostitución. Por ello, ha recibido el Premio Casa América Cataluña por la Libertad de Expresión.


Es usted valiente.
(Sonríe) Esa fuerza es fruto de mi historia, de mi educación y hasta de mis genes: antepasados portugueses, árabes... Sobre todo se debe a que hay que hacer algo ante atrocidades como las que reflejo en mi libro.


La red de pederastia y prostitución que usted destapó es sólo la punta del iceberg.
Es una gran red de redes que va más allá de México. Opera en países como Inglaterra o España. Lo que ocurre es que uno de los pocos que es reticente a que se investiguen a nivel internacional es México.


¿Por qué?
Porque estas redes alcanzan al poder político y judicial. Si no fuera así, no funcionarían con tanta impunidad.


Pero, ¿nadie las investiga?
En España, por ejemplo, cuando sucede algo así, se pone en marcha una investigación para atrapar a los culpables. En mi país, se pone en marcha un mecanismo para proteger a los implicados.


¿Cuál es el modus operandi de estas mafias?
En ocasiones, actúan en Venezuela. Se mueven por los barrios humildes buscando menores. Les ofrecen ser modelo o actriz en México y, claro, el ser actriz de telenovela mexicana es un sueño para las niñas venezolanas. En México, les quitan el pasaporte y las prostituyen bajo amenaza de llamar a la Policía de Inmigración.


¿En México, lo hacen igual?
Normalmente actúan en barriadas aunque, por ejemplo, el pederasta que denuncié en mi libro, el empresario Jean Succar Kuri, acudía a la salida de escuelas primarias. Invitaba a golosinas a las niñas, las llevaba a su casa y nadaban en su piscina. En ocasiones, ¡hasta conocía a sus padres!

¿Cómo?
Sí. La mujer de Succar Kuri estaba al corriente de todo. Se presentaban a los padres y les decían que ellos tenían hijos a quienes les encantaría conocer a sus hijas. Imagínese que es para una familia humilde que un millonario como Succar Kuri quisiera ser el padrino de las niñas.

¿Y luego?
Luego, como le decía, las llevaban a su casa, a la piscina. Y cuando se habían ganado su confianza las violaban y las grababan en vídeo. Les enseñaban las imágenes y les decían "ahora son putas y como me denuncien nadie les va a creer, yo tengo estos vídeos, si me denuncian , los muestro".

Disculpe que insista. Pero no entiendo que nadie en el poder tire de la manta.
Es que estas redes llegan hasta muy arriba y la pornografía infantil es hoy un gran negocio. No todos los políticos implicados son pederastas. Me explico: hay cabezas de estas redes de pederastas que, además de traficar con mujeres, lavan dinero. Y parte de ese dinero es de políticos corruptos, que quizá no son pederastas; pero impiden que se desmantele cierta red pedófila para que no salga a la luz su caso. Una gran red de redes que se protegen.


Corrupción y machismo hay en casi toda Latinoamérica. ¿Por qué casos así son tan frecuentes en México?
Porque nuestra corrupción es endémica y fruto de 70 años del Partido Revolucionario Institucional al poder. Una dictadura encubierta. Y en todo subyace un poder judicial en el que nueve de cada 10 delitos no se persiguen y sólo dos de cada 100 delincuentes van a la cárcel.

(En http://www.adn.es/pdf/ADN-2008-05-13-BCN.pdf, fotografía de Guillem Valle)

Secuestros peculiares

Me cuentan desde la Argentina que están secuestrando las monedas en casi todo el país. Literalmente. Una "mafia" o varias se están haciendo con la calderilla de los argentinos, para revenderla después algo más cara. Me explico. Taxistas, tenderos, amas de casa, etcétera, necesitan, obviamente, monedas en un país donde, como en la mayoría, se manejan los céntimos o centavos y esas cantidades sólo se materializan en esas pequeñas piezas redondas de metal. Pero hay quien lleva años acumulándolas y ahora, los pérfidos, se disponen a venderlas. "Ponle que necesités veinte pesos en monedas para pasar la mañana, dar el cambio a tus clientes y demás. Tenés que acudir a esta gente y les comprás veinte pesos en monedas, pero, qué sé yo, pagás veinticinco", dice mi amigo.

También me apunta que la primera solución que ha dado el Gobierno ha sido redondear los precios para evitar cambios que no puedan darse con billetes.



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Las desapariciones y asesinatos de enanos en la ciudad de Medellín, Colombia, eran frecuentes hace unos años. Desaparecían sin dejar rastro ni motivo aparente, unos, aparecían "encunetados" (asesinados y tirados en una cuneta), otros. Un fenómeno tan extraño como macabro.

Me explica una amiga que todo fue cosa de los "traquetos" (narcotraficantes de mediana o pequeña escala o aquellos que trabajaban moviendo perico para narcos pesados como Pablo Escobar). Que estos fulanos, a menudo tan vulgares como adinerados, gustaban de tener enanos en sus continuas fiestas como camareros, mayordomos e, incluso, improvisados actores.

"Hay una discoteca en Medallo, Mango's, a la que iban mucho los traquetos de allá (http://www.discotecamangos.com/, juzguen ustedes). Una noche estuve en una fiesta organizada por ellos. Decoraron el local con tiras de tela enorme colgadas del techo. De un momento a otro, empezaron a descender por ellas un montón de enanos medio desnudos en una especie de performance infame...", me dice una amiga paisa.

Al parecer, los "traquetos" ya no captan enanos como servicio; "pero yo no sé que pasó porque en Medellín no se ven enanos por la calle, ni de rumba por la noche. ¿Dónde se mantendrá esa gente?", añade. Aunque eso quizá es otra historia.