viernes, 31 de julio de 2009

Historias del Congo

Me cuentan que en la República Democrática del Congo (RDC), como en muchos otros lugares de África, no quieren saber nada en absoluto de los euros. Allí, lo que se maneja son los dólares. Pero no todos. Al parecer, los tipos que los cambian por la moneda local en las calles de Goma o Bukavu, por poner dos ciudades al azar, sólo cogen los billetes impresos en los últimos años. Los bancos tampoco quieren saber nada de los que no hayan salido de fábrica a partir de 2000.

Al parecer, la razón se remonta a 1986. Ese año entró en la RDC una partida vastísima de dólares falsos de la que no se dieron cuenta hasta muchos años después. Si pasó en el 86, deben pensar, ¿por qué no pudo pasar durante los años siguientes?. Así que para curarse en salud sólo aceptan dólares recién estampados.

Ya puestos, los que manejan el negocio han decidido darle exquisitez al asunto y tampoco aceptan que los billetes tengan dobleces muy marcadas, pequeñas grietas u orificios. "Si así es, te tienes que comer tus dólares hasta que regreses a Europa. Y piensa que en toda Kinshasa sólo hay dos cajeros. Yo terminé comprándome una cartera exclusivamente para los billetes", apunta mi fuente.

Diálogos playeros (II)

Daza, me acordé de tu comentario al escuchar la conversación esta mañana, así que para vos, quienquiera que seas, aunque me lo huelo. Abrazo.

Situense, playa de Montgat (les juro que pensé que no hallaría esa fauna amante del piercing y el tatuaje facilón), viernes mediodía. Él: bañador ancho y blanco, con la pernera bajo la rodilla, tachuela en la ceja izquierda y cabello a lo CR9. Ella, rubia oxigenada, ojos claros, clarísimos, moreno de UVA y un minúsculo tanga (tipo seda dental, lo llaman) rojo con topos blancos. Veintipocos los dos.

- Bueno, cari, tu tampoco es que seas tan de buen paladar, ¿saes?, dice ella. Quiero decir que tus comidas, las que te comes, ¿saes?, no son tan, tan... tan elaboradas. Añade, como explicándose, ¿saen?, y marcando cada una de las sílabas de "elaboradas".

Él asiente. Sentado sobre una toalla de Ron Bacardí y mirando fijamente a la arena de la playa.

- A ver, ¿qué es lo que te gusta?, contraataca la pájara. ¿La pasta? La pasta te gusta, ¿no?
- Sssí, la pasta me gusta. Responde él.
- Pues guay, ¡porque a mi la pasta me sale de puta madre, cari!

Ríen los dos. El ambiente se distensiona y el chavón se arranca.

- Saej que pasa, que a mi lo que me gustan son las comidas que no den complicaciones... Un frankfurt por ejemplo. Un frankfurt me gusta... Dice antes de quedarse pensando en sus debilidades culinarias.
- Los frankfurt, dice ella mirando fijamente a la línea del horizonte. Los frankfurt...
- ¡Y los sanjacobo!, remata el tipo. Pero los sanjacobo los pillo congelados, claro.

Repito: qué país, qué gente. Impagable.

domingo, 19 de julio de 2009

Normalización, criminales y el jubilado justiciero

Normalizar cualquier actividad en este país es ponerle la etiqueta de criminal a quien la lleva, más o menos con asiduidad, a cabo. Me explico: legislaron la venta y consumo de tabaco (lo cual me parece más que razonable) y nos convirtieron a los fumadores en poco menos que en tipos fuera de la ley. Les aseguro que desde entonces cuando prendo un cigarrillo me siento como un cabrón despiadado responsable de tumores ajenos y bronquitis crónicas varias. Si no y si fuman, observen las mesas aledañas a la suya cuando enciendan un pitillo en un restaurante. Aunque este disponga de zona de no fumadores o, mejor aún, cuando es un local en el que se puede fumar en toda su superficie.

Han normalizado también el uso de la bicicleta en mi ciudad. Debes circular casi siempre de manera obligatoria por un carril bici, más o menos satisfactorio, y jamás hacerlo escuchando música, eso ya me parece más incomprensible... o quizá las personas sordas tampoco pueden montar en bici... ¿y si uno tiene el brazo escayolado?, en fin...

El caso es que hace unos días recogía mi bicicleta de uno de los incómodos aparcabicis que hay junto a mi oficina. Me disponía a tomar la calzada hacia la playa cuando, a tres metros del "aparcamiento" y tras casi caerme de la bicicleta porque un fulano despistado se me cruzo sin mirar (gracias a que mi velocidad no superaba el kilómetro por hora), un tipo de unos ochenta años malhumorado y que desconocía que si no hay carril bici y la cera es medianamente ancha, uno puede montar por ella, se paró junto a mi y empezó a increparme.

"Casi le das al señor en la pierna", me decía. "Si me llegas a dar a mi no sé lo qué te hago, pues tengo la pierna mala". "¿No te da vergüenza?", añadía. A cada frase el volumen y el temblor de su voz aumentaba y a mi eso me resultaba desconcertantemente cómico. Intentando calmarle, le dije "¿ha leído usted la normativa sobre bicicletas?". Ahora el desconcertado era él. "Pues esta cera es suficientemente ancha para que yo pueda montar mi bici, además, como ve, no hay carril bicicleta". Miró hacia la derecha y luego a la izquierda. "¡Naaaadaaaa!", gritó. "Eres un sinvergüenza. ¿De dónde eres?, ¡eh?", me preguntó golpeándome el antebrazo con muy mala leche y poca fuerza. Volvía a ser yo el desconcertado. "¿De dónde eres te digo? Seguro que en tu país no haces esto, seguro que allí te portas mejor..."

Y qué quieren, seguí mi camino y lo hice con la absoluta certeza de que el problema del jubilado no tenía nada que ver con mi bicicleta.

miércoles, 8 de julio de 2009

¿Sabías que más de 75.000 niños morirán durante la cumbre del G8?


Los líderes del G8 que se reúnen en L’Aquila no están haciendo lo suficiente para salvar las vidas de los 9,2 millones de niños que mueren cada año a causa de enfermedades fácilmente prevenibles. Tan sólo un 3% de la ayuda que los países ricos destinan al mundo en desarrollo va a sanidad materno-infantil. La contribución total es de tan sólo 3.500 millones de dólares al año, la mitad de lo necesario.

Desde Save the Children creen que si los líderes del G8 y otros donantes no doblan esa cifra hasta alcanzar al menos 7.000 millones de dólares para 2012, no se logrará cumplir el objetivo de reducir la mortalidad infantil en dos tercios para 2015. Con las tasas de progreso actuales este objetivo tan sólo será alcanzado para 2045.

“Anteriores líderes del G8 han hecho promesas que, a menudo, no se han cumplido. Este año tendrán que demostrar que están comprometidos con las vidas de los niños doblando la ayuda destinada a servicios sanitarios para madres, niños y recién nacidos”, señala Julio Alonso, portavoz de Save the Children.

Los líderes del G8 tampoco han conseguido cumplir la promesa que hicieron en Gleneagles: que el G8 y otros líderes mundiales darían 50 mil millones de dólares extra en ayuda al desarrollo para 2010, un total de 130 mil millones de dólares.

Nuevas cifras proporcionadas por Save the Children muestran que las contribuciones de los miembros del G8 tienen un déficit de 20 mil millones de dólares, cifra que, si no se producen cambios, se incrementará a 25 mil millones el año que viene.

Sencillamente, cada dólar que el G8 retiene significa que la vida de otro niño o niña está en peligro y que más niños morirán.

Save the Children urge a los líderes del G8 en Roma a:
1) Incrementar drásticamente los fondos para alcanzar las promesas de ayuda realizadas en Gleneagles.
2) Doblar la ayuda para sanidad materno-infantil de 3.5 mil millones de dólares (2006) a 7 mil millones de dólares para 2012 y ponerse al día para reducir la mortalidad infantil en dos tercios.
3) Priorizar la ayuda para los países con las tasas más elevadas de mortalidad infantil y mortalidad de menores de cinco años.

lunes, 6 de julio de 2009

Diálogos playeros

Escuchado en una calita entre Sant Pol de Mar y Calella, en la costa catalana.

- Nena, ¿ese bikini es nuevo?
- ¿Este?, nooooo... es de los chinos... y tengo otro de tigre....
- Miiiiiira que modenna, la tía...

Qué país, qué gente. Impagable.

jueves, 2 de julio de 2009

¡Extra, extra!

El director del CNI ha dimitido por un escándalo en la prensa relacionado con malversación de fondos públicos (http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/02/espana/1246532633.html).

Es inaudito. ¡Una dimisión de un cargo público en mi país!

I can't believe it, que diría mi ticher.