El barrio de Patpong, en Bangkok, es un lugar infame. Acoge algunos de los locales de moda de la capital tailandesa. Garitos donde poder tomar una cerveza mientras un grupo de jazz toca hasta el amanecer. Pero Patpong tiene también el dudoso privilegio de ser uno de los prostíbulos más famosos del mundo.
Tras la máscara de los clubs con música en vivo, van apareciendo pequeños tugurios rectangulares, mugrientos y oscuros; con una barra en el centro del local donde se exhiben grupos de niñas -o niños, en la zona homosexual con el único atuendo de una diminuta pieza de ropa interior y una chapa enganchada a ella con un número inscrito, el que el cliente debe susurrar al oído del camarero antes de pagar unos pocos dólares y subir a una habitación.
Alrededor de un millón de menores entre tres y 17 años caen en las redes de la prostitución infantil cada año, según los datos que maneja AFESIP, una de las ONG que lucha contra la explotación sexual en el sudeste de Asia.
Ciertos lugares del África subsahariana y Centroamérica son también otras zonas donde las mafias de trata de personas se mueven como pez en el agua. "Son países cuyas fronteras son endebles, permeables y sencillas de cruzar con un número elevado de menores", dice la responsable de Protección de los Derechos de los Niños de Save The Children (STCH), Pepa Horno.
Sin embargo, las redes de pederastía no son la única causa de la prostitución infantil. La pobreza extrema, la falta de educación, el desinterés y cierta permisividad de la sociedad por esta práctica, además de una cultura machista y patriarcal son otros desencadenantes que, según Unicef, pueden llevar a una familia a la prostitución convenida de sus hijos en las calles de Tailandia o Camboya. "Una vez han entrado en el mundo de la prostitución, los menores pueden llegar a estar sometidos a 20 relaciones sexuales diarias. En ocasiones, prácticamente una detrás de otra", explica la cooperante de STCH.
Las consecuencias son tanto psíquicas como somáticas. "Los menores se sienten como un objeto. Su capacidad emocional y afectiva se ve mermada a niveles ínfimos y tienen graves problemas a la hora de relacionarse", detalla Horno.
Enfermedades venéreas
En el aspecto físico, los menores abusados se desarrollan menos que el resto de adolescentes de su edad. Es decir, crecen menos. Además, los embarazos no deseados en niñas son frecuentes y las infecciones de enfermedades venéreas como el sida, una constante. "Los pederastas se acercan cada vez a víctimas más jóvenes. Piensan que así evitarán enfermedades de transmisión sexual; pero, en realidad, cuanto más pequeña es la víctima, más débil su sistema inmunológico y, por ello, más posibilidades tiene de haberse infectado por un abuso anterior", explica Isabelle Peris, secretaria de Acción Institucional de la Asociación Catalana por la Infancia Maltratada (ACIM).
La rehabilitación de los menores abusados es una tarea ardua y larga, y no siempre exitosa. "El 80 %de los chicos a los que acogemos termina de nuevo en las calles de Phnom Penh", reconoce Seila Samleang, el director de Protect, un proyecto respaldado por las ONG Global Humanitaria (GH) y Action Pour Les Enfants (APLE), para luchar contra la prostitución infantil en Phnom Penh, Sihanoukville y Siem Reap (Camboya).
Las razones del fracaso son varias. "En estos países, no hay redes sanitarias y sociales suficientemente fuertes para detectar y prevenir casos de explotación sexual infantil. Así que cuando los chicos llegan a las ONG, lo hacen porque las mafias consideran que ya no son útiles, que no son lo suficientemente jóvenes, y a esas alturas, los abusos han sido muchísimos, están muy metidos y son muy dependientes de ese mundo", dice Peris.
La inexistencia de tejido social y terapéutico hace que la recuperación de los menores deba hacerse mediante otros canales. "Toda esas herramientas que tendríamos aquí, un psicólogo, por ejemplo, se suplen con la escuela y la familia. Hay que recuperar al menor a través de estas instituciones. Del mismo modo que ocurre con los niños-soldado, deben regresar a su niñez. Lograr que puedan valerse por sí solos en un futuro. Aunque jamás, logren olvidar lo que han pasado" señala Pepa Horno.
PEDERASTAS OCASIONALES, EL NUEVO PERFIL
El pederasta es, según definen en la Asociación Catalana para la Infancia Maltratada (ACIM), una persona que sufre un "desorden de personalidad" que se traduce en una atracción hacia los niños y adolescentes. "En definitiva, buscan a alguien vulnerable, a alguien a quien puedan dominar", señala Isabelle Peris de la ACIM.
El pederasta es, según definen en la Asociación Catalana para la Infancia Maltratada (ACIM), una persona que sufre un "desorden de personalidad" que se traduce en una atracción hacia los niños y adolescentes. "En definitiva, buscan a alguien vulnerable, a alguien a quien puedan dominar", señala Isabelle Peris de la ACIM.
Sin embargo, el perfil del turista sexual no es ése, sino el del agresor ocasional o circunstancial. "Es decir, aquella persona que en su país de origen no concibe las relaciones sexuales con menores; pero que en ciertos lugares y bajo ideas absurdas como que las niñas aquí están más desarrolladas, si lo hacen no será tan malo o ésta es la única manera que tienen de ganarse la vida, las mantienen. La inseguridad o las gana de experiencias nuevas pueden llevarles a ello", asegura Isabelle Peris.
LA VENDEDORA DE LIBROS Y SU TELÉFONO MÓVIL
Sareth es una joven camboyana de 15 años cuya historia bien podría contarse en las páginas de los libros que vende por las tardes junto al paseo marítimo de Phnom Penh. "Por la mañana voy a la escuela y por la tarde vendo libros sobre la historia de Camboya, de piratas y guías turísticas", dice mientras recoge el canasto con los ejemplares y un teléfono móvil, y sale de casa a trabajar.
Sareth es una joven camboyana de 15 años cuya historia bien podría contarse en las páginas de los libros que vende por las tardes junto al paseo marítimo de Phnom Penh. "Por la mañana voy a la escuela y por la tarde vendo libros sobre la historia de Camboya, de piratas y guías turísticas", dice mientras recoge el canasto con los ejemplares y un teléfono móvil, y sale de casa a trabajar.
Con ese teléfono y varias prendas de ropa nueva llegó Sareth a su casa hace unos tres años. "Son regalos de un extranjero muy simpático", le dijo a su madre, quien, contrariada, obligó a su hija a llegar antes de las diez. Pero un día no llegó. Salieron a buscarla. Algunos de los vendedores les indicaron que Sareth se encontraba en casa del extranjero. Fueron allí y se toparon con la policía, que había sido alertada por trabajadores de Protect, que llevaban varios meses vigilando a John M. Koklich, de EE UU.
Sareth declararía después que había tenido sexo con el hombre en varias ocasiones. Actualmente, Koklich cumple cinco años de condena en su país.
LOS CAMALEONES DE LAS CALLES DE PHNOM PENH
La virginidad en mi país es un bien muy preciado", dice Seila Samleang, el director del proyecto Protect, que investiga y persigue casos de pederastía en Phnom Penh (Camboya). "Así que es fácil negociar con los proxenetas y, a veces, hasta con las propias familias el precio de la virginidad de un menor", añade.
La virginidad en mi país es un bien muy preciado", dice Seila Samleang, el director del proyecto Protect, que investiga y persigue casos de pederastía en Phnom Penh (Camboya). "Así que es fácil negociar con los proxenetas y, a veces, hasta con las propias familias el precio de la virginidad de un menor", añade.
Protect cuenta con 29 investigadores que trabajan a pie de calle. Auténticos camaleones. Haciéndose pasar por vendedores de artesanía, limpiabotas, profesores de inglés o guías turísticos patrullan las calles del centro de Phnom Penh en busca de posibles pederastas.
Observan de lejos a sospechosos y les siguen, a pie o en motocicleta, cuando es preciso. Si éstos mantienen algún contacto fuera de lo común con menores, registran las imágenes en cámaras digitales y las adjuntan a los elaborados reportes que envían a la policía camboyana.
Observan de lejos a sospechosos y les siguen, a pie o en motocicleta, cuando es preciso. Si éstos mantienen algún contacto fuera de lo común con menores, registran las imágenes en cámaras digitales y las adjuntan a los elaborados reportes que envían a la policía camboyana.
No es una tarea sencilla. La legislación exige pruebas muy explícitas y concluyentes, hasta tal punto que los agentes policiales deben irrumpir en las habitaciones de los hoteles donde se alojan los pederastas para sorprenderlos cometiendo los abusos. "A menudo piden a nuestros investigadores que entren con ellos para que hagan las veces de intérprete. Las escenas son dantescas", arguye Seilang.
Protect se inició en 2003. Desde entonces, se han abierto más de 130 expedientes de investigación. A partir de estos informes, se han arrestado a 63 presuntos pederastas; pero sólo se han emitido 26 condenas por abusos sexuales en Camboya y cinco en EE UU. "Se debe, en parte, a la corrupción de mi país y a que antes la ley camboyana era muy confusa en lo referente a la pederastia. Afortunadamente, desde que empezamos a trabajar ya hay unidades especiales para combatir este delito y la legislación ha cambiado para favorecer la lucha contra este fenómeno", dice el director de Protect.
Legislación internacional
Otro paso adelante es el compromiso adoptado por 32 países, entre ellos España, con las leyes internacionales extraterritoriales que les permiten procesar a sus ciudadanos por crímenes contra la infancia cometidos en cualquier lugar fuera de sus fronteras.
"Pero no basta con estas leyes. Hay que trabajar desde los lugares donde surge la demanda de este tipo de prostitución, es decir, Occidente", dice Pepa Horno de STCH. "Tailandia también ha suscrito estas leyes y las mafias cambiaron su ruta hacia el país vecino, Laos, que vio como la prostitución infantil aumentaba considerablemente a la vez que iba desapareciendo en Tailandia", continúa.
En este sentido, el responsable de Protect aboga por la creación de un registro de los pederastas que hayan cumplido condena. "De esa forma, se les podría prohibir la entrada a países donde se dé la explotación sexual infantil", dice Samleang.