domingo, 30 de diciembre de 2007

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The Wall











The first checkpoint of the trip...





... and they've not let us get in... (us usual).
It was a bad day to take pictures. The children are on holydays and yesterday, sunday, was the worker's free day. Tomorrow begin (I hope so) the work.













martes, 25 de diciembre de 2007

Órale

Medicina de otro tiempo


Una treintena de críos espera paciente y en silencio al equipo médico de la ONG española Bibir, en la escuela de Ouattigué, en la región de Yatenga, al norte de Burkina Faso. La escuela consiste en una pequeña estancia de unos veinte metros cuadrados, con paredes de adobe –una mezcla de barro, paja y pequeñas piedras-, techo de paja y suelo sin pavimentar.

Emé, uno de los dos enfermeros de la organización, retira un sucio vendaje de tela del tobillo de una cría de apenas cinco años. Aparece una herida de feo aspecto y mal cicatrizada. Sus padres han intentado curarla con polvo de corteza de baobab y hojas del mismo árbol molidas. Un remedio tradicional. “Son ungüentos que se han usado siempre en los poblados rurales; sin embargo, en algunos casos, no curan nada. Mira esta herida, está seca en la superficie; pero debajo sigue fresca y llena de pus”, dice este enfermero que estudió en Cuba a finales de los años ochenta.

El 80% de la población de Burkina Faso no acude al médico cuando tiene alguna dolencia, sino que recurre a los remedios tradicionales. “Tienen más confianza en el médico de su poblado. Además, a éste pueden pagarle con un pollo o con trigo, mientras que la visita a un hospital debe abonarse en francos”, explica Ben, un médico irlandés que trabaja desde hace unos años para Bibir.

Tanto el enfermero que como el médico consideran que ambas medicinas son necesarias y además complementarias. De hecho, el Gobierno burkinabe lleva unos meses sopesando la posibilidad de que ambas cohabiten en el sistema sanitario público del país. “Sería lo mejor, pues hay muchos de esos remedios que realmente funcionan. No son de ninguna manera pocimas o conjuros propios, sino pomadas o brevajes elaborados con hierbas y plantas naturales”, esclarece Emé.

La regulación de este tipo de prácticas evitaría historias como la de un joven de Ouahigouya que fue atropellado y sufrió una fractura en una de sus piernas. Lo llevaron a un médico tradicional que trató la rotura con masajes. Seguramente, el hueso partido afectaría a un músculo o al sistema nervioso, dice Emé, pues ahora el chico se encuentra en el hospital de esa ciudad a la espera de que su pierna sea amputada.

El caso de Bukina Faso no es el primero en África, Camerún o Ghana han pasado por el mismo proceso, dice el enfermero. “Sería ideal, sí. Que visitaras a un médico de cabecera y te derivara a uno tradicional, y vicerversa. Pero eso es muy complicado. Pues hay muchas clases de médicos tradicionales: masajistas, especializados en hierbas, etc. Y tanto estos como los modernos intentarían proteger su coto profesional, por decirlo así, y terminarían por no derivar a ningún paciente”, asegura el director de la ONG, Chema Rodríguez.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Mis chicas









A veces, en la sección del diario para el que escribo, me siento como Charlie, el de los ángeles. Las imágenes, el cumpleaños de Julia.

lunes, 17 de diciembre de 2007

De farolas y libros

Sitúense, por favor, en la avenida principal de Ouahigouya, la segunda ciudad de Burkina Faso, sobre las seis de la tarde. A esas alturas: noche cerrada. A cada diez o quince pasos, unas enormes farolas arrojan luz a los numerosos carritos de venta de frutas, agua en bolsas, cigarrillos o pescado seco y desmenuzado. A pesar de la magnitud de las luces, éstas son insuficientes y la oscuridad lo cubre todo. El tendido eléctrico es casi inexistente, por ello, la mayoría de hogares no dispone de electricidad. Los generadores la suplen, cuando hay francos.

A los pies de cada farol se sientan cada tarde durante varias horas tres o cuatro críos, a menudo, siempre los mismos en cada fanal, rellenando sus cuadernos escolares o leyendo libros de poetas o novelistas africanos sacados de la única biblioteca del la ciudad. Callados, quietos y siguiendo las líneas con sus pequeños dedos los imagino imaginar un lugar y una vida mejor. Con agua, electricidad en casa para poder leer, por ejemplo, y tres comidas al día.

Mientras, en Europa, se presenta el informe PISA. Los chavales españoles no leen, viene a decir, y cuando lo hace, a la mayoría le cuesta entender aquello que lee. Supongo que la culpa no es sólo de las infames reformas educativas de los gobiernos de los últimos quince años, sino que la era de Internet, la imagen y las consolas también juega un papel importante. Pero estaría haciendo demasiada demagogia si no les explicara lo siguiente: una tarde, en la biblioteca de Ouahigouya, repleta de chicos entre los nueve y los catorce años, le comenté a Chema Rodríguez, director de Bibir y responsable último de la biblioteca, que me sorprendía verla tan llena. Que en España, eso era casi imposible porque todos los enanos están enganchados a la Wii, a la Play o como diablos se llamen esos aparatejos. Chema sonrió resignado y me dijo: "Aquí, si las tuvieran, tampoco leerían".

jueves, 13 de diciembre de 2007

Burkina en femenino



Decía Ryszard Kapuscinski en su libro Ébano que África no existe. Que "los grandes antropólogos jamás han hablado de cultura africana o de religión africana; sabían que tales cosas no existen, que la esencia de África consiste en su infinita diferenciación".

La cita encaja como anillo al dedo en el caso de Burkina Faso. Un país con más de cuarenta lenguas, aunadas paradójicamente por una europea: el francés. Con étnias antagónicas como los beul o los mossi, a las que se han sumado en los últimos años, debido al comercio y a la emigración, los libaneses y los chinos. No obstante, nada de ello ha servido para sacar a este plano y caliente país del tercer lugar en la lista de la ONU de los países más pobres del mundo. Y el último en acceso a la educación: el 50% de los jóvenes es analfabeto, según las estadísticas de la Administración.
Burkina Faso es un país eminentemente rural, las riendas del cual parece llevarlas, en la sombra, la mujer. Mientras que los hombres se levantan al alba para cultivar el mijo y el maiz, ellas lo han hecho antes para calentarles el agua del aseo y prepararles el desayuno. Luego, se encargan de los pequeños. Los bañan, los visten y los dejan listos para la escuela, si es que los padres pueden pagarla.
"Ellas tienen también su propio huerto en el que cultivan hortalizas y legumbres. Y algunas recolectan cacahuetes para sacar un dinero extra para la casa", explica Mamombou S. Tambouro, uno de los responsables de Producción de la ONG española Bibir. La organización monitoriza, entre otros, varios proyectos de agrarios en la región de Yatenga, al norte del país.
El trabajo no finaliza ahí. Tras cultivar su pequeño huerto, se dirigen a las plantaciones de maíz y mijo donde han trabajado sus esposos por la mañana. Allí escudriñan entre los restos de las plantas para conseguir algo más de grano. "Además, de camino a casa deberán recoger madera. Y agua, si es que no lo han hecho ya por la mañana", añade. Los pozos están entre a 500 y un kilómetro de distancia de los poblados. Al llegar a casa, la mujer finaliza su jornada poniéndola en orden, además de hacer la cena para la familia y la limpieza las jaulas de los animales.
La base de la dieta burkinabe consiste en una pasta de maíz o mijo aderezada con una salsa de hortalizas y legumbres. "La base como tal, no es demasiado rica, son los carbohidratos y uno no puede vivir de ellos toda la vida. Lo que aporta las vitaminas y las proteínas es la salsa. Salsa preparda por las mujeres y elaborada a partir de las legumbres y hortalizas que cultivan y recolectan esas mismas mujeres en su pequeño huerto", afirma Heleen, agrónoma belga que trabaja para la ONG española.
Ivonne tiene 17 años y es de etnia beul: alta, esbelta, de facciones suaves y con unos ojos enormes, oscuros y vivarachos. A pesar de las 12 horas que pasa en la escuela, de seis de la mañana a seis de la tarde, al salir, acude rauda a su casa a ayudar a su madre en la cocina. "Siempre lo he hecho", asegura mientras tuerce el gesto en una mueca de resignación.
Pero no es el peor caso. La escolarización de las niñas brilla, en muchas zonas del país, por su ausencia. Por ello, Bibir ha decidido hacerse cargo del coste del curso de las crías en las escuelas que esta ONG gestiona. "El porcentaje de chicos y chicas se va igualando; pero va lento. No se puede cambiar la mentalidad de esta gente ni en tres meses ni en tres años", asegura el director de la organización, el ex misionero, Chema Rodríguez.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Una del oeste



Hace un par de días saldé una cuenta (cinematográfica) pendiente. Sábado por la tarde, café caliente, sofá y Centauros del desierto, de Ford, John Ford, en el deuvedé. Una del oeste. Un magnífico western que tenía aún por ver.

El Duque, -ya saben lo de "feo, fuerte y formal" y todo aquello-, magnífico como el veterano confederado Ethan Edwards. Solitario, callado y con aversión por los comanches dice más con los silencios que con las escasas frases de un estudiado guión. Recuerden la escena en el desfiladero, cuando vuelve sin su capa, etc.
O quizá me gustó porque siempre me gustaron las películas de indios y vaqueros, como las de romanos y las de piratas. Me traen buenos recuerdos de hace ya algunos años. Sábados de frío, por la tarde, frente al televisor de mis abuelos con la única preocupación de si el vaquero besaría al final a la chica rubia y guapa. Y eso antes siempre sucedía.

martes, 4 de diciembre de 2007

Maltés


Soy el océano Pacífico. El mayor de todos. Me llaman así desde hace mucho. Pero no es cierto que esté siempre así. A veces me enfado y la emprendo con todo y con todos. Hoy mismo acabo de calmarme de la última rabieta. Creo que barrí tres o cuatro islas y destrocé otras tantas cáscaras de nuez, de esas que los hombres llaman barcos...

lunes, 3 de diciembre de 2007

Heat de Michael Mann

Me gusta esta escena. La película también, mucho. Sé que no es una obra de arte; pero ahí les dejo este corte del film. También sé que podría haber colgado perfectamente cualquier otro en el que apareciera Ashley Judd; pero eso son palabras mayores...