jueves, 5 de julio de 2012

El pariente de Cortés


Sucedió hace un par de noches en un garito -antros los llaman aquí- de la colonia Roma, en la Ciudad de México. El lugar, un bar musical con aspiraciones de club berlinés, estaba repleto de tipos y tipas flacos, flaquísimos, con el pelo corto a la altura de la nuca y el flequillo cayéndoles a un lado. La mayoría con pantalones vaquero tipo pitillo, mocasines y gafas de pasta tipo años cincuenta. Ideales y superchingones; pero idénticos. Híbridos total.  

En la mitad de una de las barras del local había un fulano que me resultó familiar. Pantalón beige y camisa blanca -mangas a medio antebrazo- recién planchada. Se acodaba en el mostrador y miraba al frente, hacia la la pista, pero sin mirar nada en realidad. Pelo negro, bajito y moreno. Chuleta. Español de infantería, me dije. Y sí. En efecto, lo era.