lunes, 15 de septiembre de 2008

El dorso de la mano

Me topé con ellos hace unas semanas en una terraza de Las Negras, junto al Mediterráneo, en Almería. Tendrían unos 65. Alto, de peno cano y una leve cojera, uno; bajito, flaco, calvo y resuelto, el otro. El más alto bebía vino rosado, frío. El otro una cerveza sin alcohol; pero fumaba un pitillo tras otro. A ciertas edades, pensé, hay que optar por un vicio u otro si se quiere llegar a viejo.

Hablaban de manera pausada. Fijando la vista entre frase y frase en algún punto del mar oscuro que teníamos delante. Se sonreían con miradas cómplices, unas veces, y con sorna, otras. Hacían ademán de tocarse el brazo, la mano, pero nunca llegaba a producirse contacto alguno.

Imaginé sus personalidades. Posesivo, celoso, a menudo malhumorado y tremendamente trágico, el más bajo. Tranquilo, paciente y con alguna infidelidad a sus espaldas, el otro. No sé por qué, pero los imaginé viviendo en Barcelona hace 30 o 40 años. El Paralelo, El Molino y aquel barrio canalla que fue El Raval, antes El Chino. Y también imaginé cuántas veces les habrían partido la cara. Cuántos insultos y vejaciones habrían tenido que engullir. También cuanto miedo en un país donde hace años podrían detenerte sólo por tu aspecto echando mano de la Ley de vagos y maleantes, creo que así se llamaba.

Al menos están ahí, disfrutando del vino, del pescado y del mar, me dije. Al menos se les ve felices. Y esbocé una sonrisa agridulce. Pero siguen sin atreverse a acariciarse el dorso de la mano, concluí.

1 comentario:

Adagio dijo...

Aish, pero no te ha contado Charles que le pedí el divorcio seriamente?? El viaje para superar el bache matrimonial no nos ha servido de nada...

Por cierto acuérdate que este domingo tenemos cena familiar :-D

Pd. yo a veces me quedo en babia mirando a la gente mayor y me hago siempre la misma pregunta "Qué vida habrán tenido?" Me ha gustado tu post.

Noemí