lunes, 20 de agosto de 2007

Historias Guajiras


Gino es un argentino sesentón que recorre América Latina -desde Usuaia a Maracaibo- sobre las dos ruedas de su Africa Twin. Su viaje empezó en la Patagonia argentina hace unos meses y finalizará cuando el cáncer de pulmón que padece le diga "che, hasta acá llegamos, viejo".

Apareció en nuestras hamacas hace unos días. Apenas un metro sesenta y cinco de altura, barriga prominente, pelo blanco y barba cana. Con mirada glauca, sonrisa franca y los ademanes suaves y educados de la buena gente. En seguida, lo apodamos Papá Noel.

"Fuma usted con muchas ganas, che. Me da envidia. Pero tenga cuidado, ¿sí?", le dijo a Carlos mientras engrasaba la maquinaria de su motocicleta. Más tarde también le diría que él dejo de fumar hace ahora una década, tras el diagnóstico del cáncer. Que llegó un momento en que los médicos le dieron cuatro meses de vida y que fue entonces cuando ensilló su Honda para realizar el último y mejor viaje de su vida.

Gino lleva ya seis meses en ruta. Apurando sus días entre emociones, sentimientos y experiencias que todos deberíamos experimentar al menos una vez en la vida. Viajando "hasta el día del campanazo final", como él nos confesó antes de partir de nuevo hacia Venezuela.

* * * *

Luci perdió su ojo izquierdo cuando era una cría. "Me cayó mugre", dice. Luego se infectó y tuvieron que sustituírselo por una prótesis. Luci tiene diecisiete años, aunque aparenta diez más. A los quince su madre hizo que abandonara la escuela en Uribia para mandarla a El Cabo de la Vela, a limpiar, cocinar y atender a los turistas en las cabañas que regenta su pérfida abuela.

El trabajo de Luci es excelente. Son las cabañas más limpias y lindas de todo el pueblo y jamás comí una sierra o un pargo tan bien cocinado y con unos patacones tan sabrosos. A pesar de ello, su abuela no le asigna ni un peso a fin de mes y, si alguien ofrece a Luci unos billetes de propina, se los arrebata con avaricia. También le riñe y le golpea con cualquier escusa, o eso dice la joven.

Luci, india wayuu con la única cultura de su tradición -que no es poca-, planea en silencio su fuga a la inmensa ciudad de Bogotá el próximo diciembre para labrarse una nueva vida.

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