jueves, 15 de noviembre de 2007

¡Por allí resopla!


Anoche muy tarde despaché la última página de la edición de Anaya de Moby Dick. Y digo despaché porque esta edición, más que la novela que todos recordamos, es una compilación
-espléndida, por otra parte- de las normas y usos de la antigua caza de ballenas. Les juro que sé al dedillo cómo despellejar a un cachalote amarrado al estribor de un buque ballenero.

Tiene poco de novela y más de texto costumbrista o histórico. Además, el libró está coronado con un apéndice brillante de Juan Tébar. En éste se explica cómo y porque se fraguó la novela, la vida de Melville, el autor, y su más que sospechada homosexualidad. Las páginas en que Ismael y Queequeg comparten catre son bastante explícitas.

A pesar de la densidad del libro, tanto que viajó con un servidor ida y vuelta a Colombia sin ser finalizado, echaré de menos a los marinos del Pequod: Starbuck, Stubb... hasta al viejo Ahab (cuánto por aprender de su obcecada búsqueda) y su vaivén, las olas y la sal.

Prometo el doblón de oro de Ahab para el siguiente que la lea.

1 comentario:

Unknown dijo...

si me das un doblon de oro... me lo pienso.