domingo, 9 de diciembre de 2007

Una del oeste



Hace un par de días saldé una cuenta (cinematográfica) pendiente. Sábado por la tarde, café caliente, sofá y Centauros del desierto, de Ford, John Ford, en el deuvedé. Una del oeste. Un magnífico western que tenía aún por ver.

El Duque, -ya saben lo de "feo, fuerte y formal" y todo aquello-, magnífico como el veterano confederado Ethan Edwards. Solitario, callado y con aversión por los comanches dice más con los silencios que con las escasas frases de un estudiado guión. Recuerden la escena en el desfiladero, cuando vuelve sin su capa, etc.
O quizá me gustó porque siempre me gustaron las películas de indios y vaqueros, como las de romanos y las de piratas. Me traen buenos recuerdos de hace ya algunos años. Sábados de frío, por la tarde, frente al televisor de mis abuelos con la única preocupación de si el vaquero besaría al final a la chica rubia y guapa. Y eso antes siempre sucedía.

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