Entonces, ¿cómo podemos saber que esto no es un sueño? —decía Lucía mientras le acariciaba la mano moteada por el paso de los años. Él la apartó lentamente y con semblante serio. ¿Cómo?, le dijo a ella. ¿Cómo?, volvió a repetir sorprendido, como cayendo en cuenta de lo que de verdad le estaba preguntando.
Porque sigues usando esas babuchas viejas y gastadas y ese pantalón de chándal descolorido y raído para estar por casa, por tu enorme trasero creciente y porque aún crees que la histriónica de tu hermana me sigue haciendo la misma gracia de cuando éramos novios. Por eso y porque treinta años contigo, querida, no son un sueño, son una pesadilla...
2 comentarios:
Posiblemente Lucía contestaría que su barriguita cervecera es ahora un tonel, que sus hoyuelos quedan escondidos por las arrugas y que de aquella sonrisa que encandilaba a todas las niñas de barrio no quedan ni los dientes...
Eso, o le daría un bofetón...
Daza
O le diría: "pero es que todo eso, a tu amigo Marcos, no le importa, estúpido".
No obstante, el bofetón me parece una`opción acertadísima.
Un abrazo
Ivan
Publicar un comentario