Me cuentan que en la República Democrática del Congo (RDC), como en muchos otros lugares de África, no quieren saber nada en absoluto de los euros. Allí, lo que se maneja son los dólares. Pero no todos. Al parecer, los tipos que los cambian por la moneda local en las calles de Goma o Bukavu, por poner dos ciudades al azar, sólo cogen los billetes impresos en los últimos años. Los bancos tampoco quieren saber nada de los que no hayan salido de fábrica a partir de 2000.
Al parecer, la razón se remonta a 1986. Ese año entró en la RDC una partida vastísima de dólares falsos de la que no se dieron cuenta hasta muchos años después. Si pasó en el 86, deben pensar, ¿por qué no pudo pasar durante los años siguientes?. Así que para curarse en salud sólo aceptan dólares recién estampados.
Ya puestos, los que manejan el negocio han decidido darle exquisitez al asunto y tampoco aceptan que los billetes tengan dobleces muy marcadas, pequeñas grietas u orificios. "Si así es, te tienes que comer tus dólares hasta que regreses a Europa. Y piensa que en toda Kinshasa sólo hay dos cajeros. Yo terminé comprándome una cartera exclusivamente para los billetes", apunta mi fuente.
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