lunes, 23 de abril de 2007

Hotel Neri

La plaza de Sant Felip Neri era, hasta hace muy poco, uno de mis lugares favoritos de la ciudad en la que vivo. Ubicada en lo que fue un cementerio medieval era un pequeño y agradable rincón de piedra, antiguo y con mucha historia. Así lo acredita la iglesia del XVIII que se encuentra allí y los huecos de su pared exterior provocados por la metralla de un fatídico bombardeo durante la Guerra Civil Española. Del 36 al 39, para el que no termine de ubicarla. El 30 de enero de 1938, las sirenas sonaron en Barcelona alertando a la población de un bombardeo de las tropas franquistas. De las personas que tomaron la iglesia como refugio murieron 42, 38 fueron niños.

El fin de semana pasado decidí visitarla de nuevo. A pesar de que hacía tiempo que no me acercaba a esa parte de la ciudad, conocía de la construcción, relativamente reciente, de un hotel de lujo. Lo que desconocía era que éste tenía también una terraza que ocupa un cuarto de esa pequeña plaza. Para más escarnio, el sábado se estaba celebrando el aperitivo de una boda (o algo similar) ostentosa y hortera.

Los trajes de colores pastel entallados en enormes caderas de señoronas de alto postín contrastaban con los dos o tres mendigos que frecuentan, cartón de vino barato en mano, los aledaños de la iglesia dedicada al santo italiano. El jolgorio de los invitados había terminado con el silencio que caracterizaba a ese lugar. Miré alrededor y vi colgados varios carteles de pisos en la zona que estaban en venta o en alquiler. Todos, o casi todos, en inglés. Me acerqué a la fuente del centro de la plaza. Estaba seca, sin agua y con dos críos clonados jugando dentro. A juzgar por sus mocasines, también pertenecían al rebaño de invitados al enlace.

Eché luego, antes de dejarlo todo atrás, un vistazo a los precios del hotel. La habitación doble más económica ronda los 225 euros por noche. Ni quiero imaginar lo que debió pagar papá por el picoteo.Ya saben, mucha espuma de sashimi y texturas imposibles. En fin, la Barcelona que estamos construyendo todos. Un burdel apto sólo para enfermos de las últimas tendencias.

2 comentarios:

La falsa moneda dijo...

Aprendí a fotografiar nocturnidades en esa plaza y a quedarme callada con esa fuente. Creimos que era eterno porque los siglos lo acompañaban. Paséate el barrio y empolva la infancia, ya han comenzado con la calle de los anticuarios.Pt

Anónimo dijo...

bueno...voy a ser la pecadora que fue fashion por pasión de amor...os diré que obviamente el hotel no vale los doscientos y pico que pagué, pero lo recuerdo como una de mis mejores efímeras estancias en bcn. Si sé, el hotel no tuvo nada que ver, tuvo que ver la ubicación ... cuando nos echaron de él - resistimos hasta la una -redescubrí ese precioso rincón, la plaza. Por cierto, un inciso, los balcones del hotel tienen cámaras, cuando las descubres, hace ya rato que estás en pelotas, demostrando tus habilidades...