A Van Nath la pintura le salvó la vida.
Cuando era muy jovencito, tendría menos de 20, pintaba retratos y paisajes y los carteles que daban la bienvenida al rey camboyano, Sihanouk. Entonces vivía con su familia que cultivaba la tierra en la provincia de Battambang. Nath llevaba poco tiempo casado cuando el dictador Pol Pot tomó el poder, en 1975, y Camboya se convirtió en un gran campo de trabajos forzados; las ciudades fueron vaciadas y todo enemigo del régimen arrestado y liquidado.
A uno de los centros de detención y tortura, el S 21 (antes una escuela de secundaria) fue trasladado el pintor y campesino Van Nath; durante días y noches, meses, fue sometido a todo tipo de torturas físicas. Los guardias, que tenían menos de 15 años, no hacían concesiones. Querían que confesara, pero no había nada que confesar. 14.000 personas fueron torturadas y asesinadas en esa cárcel, la S-21, hoy museo del genocidio. Mujeres y niños, campesinos, obreros, cientificos, maestros, políticos...la lista es muy larga. Nath se salvó porque el régimen decidió hacer una excepción: sus líderes necesitaban ser inmortales, ser retratados.
Un día, le quitaron las cadenas y le dieron de comer y le permitieron ducharse, y le pidieron que copiara una foto, la de Pol Pot, hasta ese momento un ser completamente desconocido para Van Nath. Sin fuerzas, con el alma arruinada, lo consiguió y se salvó.
Más adelante, cuando recuperó la libertad, en 1979, pintó el horror y colgó sus cuadros en el museo del genocidio de Phnom Penh. Sólo seis personas salieron con vida. Cuenta que en más de una ocasión se encontró con algunos de los verdugos, dice que los miró a los ojos y les preguntó por qué razón fueron capaces de cometer aquellos crímenes. "Qué hacían con los ninos?" le dijo
a uno de ellos, "los matábamos a todos, era la orden".
Hoy Van Nath tiene un restaurante y sigue pintando.
Sonríe y se le iluminan los ojos cuando cuenta que uno de sus hijos también es artista. Y no se explica cómo los responsables de los crímenes cometidos bajo órdenes de Pol Pot pueden pasearse tranquilos en sus pueblos. No entiende cómo Pol Pot murió sin arrepentirse de nada sin tener que dar explicaciones. Camboya es un regadero de fosas comunes, hay miles, miles; de acuerdo con algunas cifras, alrededor de 2 millones de personas fueron asesinadas entre 1975-1979. Hay otras que dicen que fueron 3 millones.
Con todo esto, consideré normal que mi grabadora dejara de funcionar durante nuestro encuentro con Van Nath; que el aire acondicionado comenzara a gotear de forma intempestiva y que el flash del fotógrafo se estropeara sin motivo aparente. Entonces me acordé del sabio Fernando Fernán Gomez, y pensé: A la mierda la grabadora digital de los cojones, a la mierda el jodido aire acondicionado y el flash de ultramoderna cámara fotográfica.
Desde Phnom Penh (Camboya), Jose Gabriel Díaz.
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