lunes, 9 de julio de 2007

Olores


Los olores me permiten recordar mejor las cosas. Un olor, un aroma, me trae recuerdos de una manera mucho más intensa que una imagen o una canción. Tengo una fotografía sobre uno de los muebles de mi estudio en la que aparezco remando de pie en la Ensenada de Utría, en el Chocó. Pero lo que realmente me transporta de nuevo allí es el olor a gasolina. La misma que usaban los motores de las barcazas de madera que empleábamos para desplazarnos de un sitio a otro.

El intenso olor a combustible lo tengo ligado al día en que Emiro y Tulungo pararon el motor del viejo bote en mitad del Pacífico esperando a que un ballenato emergiera para expulsar un chorro de agua. Y yo, que quieren que les diga, me sentí Ismael por un segundo.

En unas semanas vuelvo a Colombia. Y quiero volver a oler el aceite recalentado de las empanadas de la 10 de Medallo, el humo de los carros en los aledaños de El Hueco, la gasolina en la costa de La Guajira y, por supuesto, también el olor del que te impregna el Antioqueño y el de los cigarrillos de marihuana de Barrrio Antioquia. Además de sentir el aroma de la brisa del mar Caribe, cuando estemos sentados sobre la muralla de la ciudad vieja de Cartagena de Indias descorchando una botella de vino tinto. Esta vez, español.

1 comentario:

Anónimo dijo...

desaparecida? supongo que te explicarán la azaña del sábado en Ciutadella las friskies del mama... pregúntales y verás cómo se ríen. Pronto, Colombia, aventura y aromas. Finalmente los sentidos son nuestros aliados en aquello que se convierte en memoria. Por cierto, quien te cuidará el piso en tu ausencia?... jeje, menuda directa. Quizñas hagamos cena de despedida de Nuri y Yolanda esta semana, a ver si nos vemos. Un besito hermoso.