domingo, 8 de junio de 2008

La tumba de Jim


Por alusiones.
Ahí tienes, chaval, las fotografías de la tumba de Jim Morrison en el cementerio de Père Lachaise que me pediste por teléfono. Y ya ves, poquilla cosa, ¿no?. Desde los catorce, cuando escuché por primera vez Riders on the storm, imaginando algo solemne. Mármol, muchas velas, pintadas y escritos con algo más de enjundia que los garabatos de ahí arriba. Con gente fumando canutos, melenas y muy buen rollito, o algo así. Pero claro, tío, eso es París, Francia -un lugar civilizado- y no Woodstock. Así que es lo que hay. Una lápida al uso, de infantería, sin grandes ornamentos, salvo cuatro flores secas y velas baratas a medio apagar. Casi triste. O sin el casi.
Sí, decepciona. Como también la de Delacroix y el resto de lápidas eternas. Pero ahí está y, dicen, que es de los lugares más visitados de París. La valla está por algo. También me cuentan que a primera y última hora del día ronda por la tumba de James Douglas Morrison un guardia de seguridad. La dirección tomó la decisión harta de que parejas de jóvenes, y no tan jóvenes, tuvieran sexo sobre la lápida, hasta las cejas de whisky y LSD. Y es que el viejo Jim sentó cátedra. (Amy Winehouse, esa petarda de voz de oro, no ha inventado nada.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Hasta muerto tiene que seguir dando por culo...!Guardia de seguridad, vallas...
Ya me habian dicho que la tumba no era gran cosa y también que era uno de los sitios mas visitados, pero bueno, es lo que queda del viejo Jim, y les guste o no a los parisinos, seguro que esa tumba le da otro toque al cementerio...
¡VIVA EL REY LAGARTO!